Reunión de la revista Setecientosmonos, bar Savoy, Rosario, 1965.

viernes, 28 de diciembre de 2012

En contra de medio mundo


Publicado en diario La Capital, Suplemento Señales, 14/10/2012

En contra de medio mundo

Por Gilda Di Crosta. _ Entre 1964 y 1967, Setecientosmonos fue el lugar de formación de notables narradores y críticos rosarinos. Una antología reúne parte de esos textos, hasta ahora inhallables.

En mayo de 1964 aparece el primer número de la revistaSetecientosmonos. La "Carta de la dirección" expone los principios de su existencia: "Un grupo de gente joven que escribe lo que siente y quiere proyectarse", impulsado por "una inquietud desprovista de intereses políticos o lucrativos", cuya ambición es reunir "a todos aquellos que en mayor o menor medida sienten vocación e interés por la literatura y sus expresiones".
Por esos años, ya se habían publicado Pedro Páramo, de Juan Rulfo (1955), Los dueños de la tierra, de David Viñas (1959), La ciudad y los perros, de Mario Vargas Llosa (1963), Los albañiles, de Vicente Leñero (1963), Sobre héroes y tumbas, de Ernesto Sabato (1962), Rayuela, de Julio Cortázar (1963); luego vendrían Paradiso, de José Lezama Lima (1966), Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez (1967), Cambio de piel, de Carlos Fuentes (1967),Tres tristes tigres, de Guillermo Cabrera Infante (1967), La traición de Rita Hayworth, de Manuel Puig (1968), por mencionar algunos de los títulos de la narrativa argentina y latinoamericana que conformaron un horizonte de producciones literarias disímiles pero que en cierto sentido se erigían como "lo nuevo" por sus procedimientos lingüísticos, la ruptura de la estructura clásica de la novela, la indagación sobre la realidad y el realismo. Además son los años de "una etapa de intensa actividad experimental en las artes visuales (Instituto Di Tella) y en la crítica de arte y de la literatura (introducción de modelos semióticos como nueva metodología)". Se trata de una época en que las transformaciones radicales se percibían como inminentes en la política, el arte, la literatura, la subjetividad.
En este contexto, en que la política se convertía de manera creciente en "la región dadora de sentido de las diversas prácticas", el grupo de "amigos de la cuadra" sin intenciones ni banderías políticas, solamente con el objetivo de iniciar un espacio para la publicación de sus producciones literarias, rápidamente se vio obligado a una reconversión: de escritores a intelectuales. Casi simultáneamente, el otorgamiento del primer premio y una mención a Juan Carlos Martini y Carlos Schork (ambos directores de la revista) en un concurso de cuentos organizado por Amigos del Arte, les dio una validación como escritores y les posibilitó generar otras expectativas acerca de la revista.
Claudia Gilman en Entre la pluma y el fusil (Debates y dilemas del escritor revolucionario en América Latina), ejemplifica la conversión del escritor en intelectual, con una cita de Edgar Morin: "El escritor que escribe una novela es un escritor, pero si habla de la tortura en Argelia, es un intelectual". El fundamento de dicha conversión fue la noción de compromiso formulada por Sartre porque "acercó las aspiraciones políticas de los intelectuales con sus preocupaciones profesionales". La palabra compromiso reunía las figuras del escritor, el crítico y el militante y daba la justa valoración a una nueva literatura.
La ingenuidad inicial de Setecientosmonos se tornó en responsabilidad intelectual de manera manifiesta en el número 5 de la revista (abril de 1965), con una "Carta de la dirección" en la cual deciden ponerse "en contra de medio mundo" y declaran su inmersión e inserción en "la realidad política compleja, agresiva y absorbente" de su tiempo, reconociendo "en la literatura una función de expresión y de modificación" que los apartaba de la concepción de la literatura como mero ejercicio retórico. Un mes después de ese número, se edita el primer —y único— suplemento Testimonios, donde se pronuncian en contra de la intervención de Estados Unidos en la República Dominicana.
Modelos en cuestión
En el número doble 3/4, se comienza a perfilar ese posicionamiento de la revista para inscribirse en la impronta intelectual de la época. La "Carta de la dirección" enuncia cierta imperfección de los primeros números, de los cuales no reniegan, pero como las revistas "se van haciendo sobre la marcha", ésta va a ser su nueva marcha: "hacemos la revista (...) para que se sepa que existe toda una realidad inimaginada de hombres jóvenes que no tienen compromisos con la aparición de su nombre publicado, sino con el hombre como ser humano, con el hombre y sus problemas, con el hombre y la realidad". Un enunciado que se continúa en el texto que le sucede, la crítica de Nicolás Rosa sobre Cabecita negra de Germán Rozenmacher, y con el comentario "Jean-Paul Sartre. Premio Nobel 1964", también de Nicolás Rosa, donde se erige al escritor francés como figura consistente del intelectual comprometido.
En este número doble, aparece pronunciado de manera tímida el posicionamiento político, pero en realidad la revista antes tenía que tomar distancia de ciertos "modelos" que guiaban los dos números iniciales: la revista El escarabajo de oro, a cuyo director, Abelardo Castillo, se había entrevistado, y con la literatura de Ernesto Sabato, cuya última novela Sobre héroes y tumbas, era considerada por Castillo como "la más importante de los últimos 10 años". Si bien el reportaje que se publica no parece realizado con intenciones polémicas, en otros apartados de la revista se exhiben en tono humorístico algunas críticas. Bajo el título "Diccionario biográfico de la literatura argentina", se elabora una especie de futurismo transcribiendo entradas de un supuesto diccionario de escritores argentinos editado en 1980. Allí aparece una breve biografía de Castillo que dice: "Extraño y último representante del romanticismo argentino (...). En 1960 integró con Agosti y Portantiero el ala izquierda de la extrema derecha del neoizquierdismo filomarxista, en abierta oposición al ala derecha de la izquierda del neoderechismo (hacia el centro) del marxismo filocubano formado por Liberman, Piglia y Liliana Heker. Su afición zootécnica lo llevó a la creación de El Grillo de Papel, modesta tira cómica que desapareció a causa de un traspié político, siendo reemplazada por la opulenta, áurea y aburguesada revista El escarabajo de oro" (SM Nº 3/4). Otro detalle significativo de cierta tensión con esta revista de Buenos Aires es la leyenda que figura entre paréntesis "(Revista sospechosa)" debajo de su nombre, en la sección "Revistas recibidas".
Posiciones políticas
En el comentario sobre el rechazo de Sartre del Premio Nobel, Nicolás Rosa hace mención de lo dicho por Sabato sobre el tema: "Un premio se confiere y por lo tanto no compromete al que lo recibe sino al que lo da". Palabras que para Rosa ponen en evidencia el desconocimiento de "la continuada conducta de Sartre a través de veinte años de ejercicio de la literatura, la crítica y la política" y que le da pie para hacer un breve racconto de la experiencia intelectual sartreana, no polemizando directamente con lo dicho por Sabato —quizás porque no lo consideraba con suficiente consistencia teórica para entrar en disputa— sino que mostrando su ignorancia sobre Sartre. (...)
En la "Carta de la dirección" del número 5, se señala un posicionamiento definitivo dentro del campo intelectual de la época, particularmente en su efecto de choque estando en "contra de medio mundo", en la nueva impronta que adquiere como revista cultural por lo que publica en sus páginas, los autores que difunde, o aquellos que van a ser objeto de análisis polémicos, en consonancia con la factura estética que consolida en los siguientes números. A partir del número 6, las "cartas de la dirección", donde manifestaban lo que alentaba la aparición de cada número, dejan de encabezar las ediciones. Luego del editorial del número 5, los textos con los que comienzan los números siguientes aparecen como enunciados suficientes de la nueva perspectiva teórica, política y crítica de la concepción de la literatura a la que adscriben: "Novela y metafísica" de Merleau-Ponty (con traducción de Nicolás Rosa) en el Nº 6; "Santidad y consumo" de Sartre (con traducción de Nicolás Rosa) en el Nº 7; "Los mitos de la burguesía" de Barthes (con traducción de Nicolás Rosa) en el Nº 8; "Mafud: una mitología sexual argentina", de Nicolás Rosa, en el Nº 9 y el relato "La playa" de Robbe-Grillet (con traducción de Juan José Saer) en el último número.
Los cambios en los contenidos y organización de la revista coinciden con (y en gran medida se deben a) nuevas incorporaciones. Nicolás Rosa aparece como una figura protagónica potente en este sentido, ya que su entrada se produce en el número 3/4 en carácter de "colaborador permanente", luego pasa a "secretario de redacción" en el número 5 y finalmente conforma la dirección de la revista en los números siguientes. Juan Martini años después habla de su ingreso como significativo "porque influye mucho en el espacio que se le va a dar en la revista a la crítica y al ensayo. (...) Nicolás empieza a articular la narración y la ficción con la crítica" y a través de él "fueron publicando en la revista los críticos más importantes: Adolfo Prieto, María Teresa Gramuglio, Josefina Ludmer".
Inserta en una determinada impronta epocal, Setecientosmonos debió girar su formulación inicial de revista de principiantes escritores hacia una revista literaria asumida con responsabilidad intelectual. Situándose en la problemática relación entre literatura y política, logró formular de manera eficaz en sus últimos tres números una relación con la política no en términos meramente partidarios ni ideológicos, sino más bien "en el sentido de la política de la literatura" (Alberto Giordano, Razones de la crítica). Más que instaurar un mero debate ideológico, la relación se inscribió en los objetos de lectura y lo que se decía de esos objetos, es decir, no se redujo a la literatura a una simple expresión ideológica, y por ende a una simple función instrumental: comunicar determinada ideología.

jueves, 27 de diciembre de 2012

Entrevista a Ruben Radeff


Entrevista a Ruben Radeff, a propósito de su participación en la revista Setecientosmonos.

¿Cómo se incorpora al equipo de la revista?

R. R: A Juan Carlos Martini y a Carlos Schork los conocía del barrio, nos criamos juntos. Y un buen día estos dos muchachos se largaron a escribir. Me embarcaron en esta aventura, no porque yo escribiera, sino porque estaba relacionado con los libros. Mi vida transcurrió entre libros porque mi padre tenía la librería La Médica. Los que iniciaron la revista fueron Juan Carlos Martini, Carlos Schork, Mario Gesé. Fuimos conociendo gente, las reuniones que hacíamos en el Savoy fueron tomando trascendencia. Me acuerdo de que a una reunión vino Santiago Kovadloff. Cuando un escritor venía a Rosario a dar una charla o a presentar un libro, nosotros tratábamos de ubicarlo y de que se acercara a las reuniones de la revista.

¿Qué se hacía en esas reuniones en el Savoy?

R. R: Se leían poesías, cuentos. Decidíamos que iba a salir publicado en cada número, se ponía sobre la mesa el material que había y se seleccionaba. Recuerdo que en un momento empezó a venir Nicolás Rosa, creo que en ese entonces él ya era profesor en la facultad. Había una amistad muy grande con Carmelina de Castellanos, el esposo también era profesor de la facultad, y a través de ellos llegamos a Sábato. La primera vez que lo vi a Sábato fue en la casa de Carmelina, estuvimos toda una tarde con él. Ada Donato tenía un vínculo muy bueno con nosotros, iba seguido a las reuniones, ella era más grande que nosotros. El poeta Eduardo D’ Anna también asistió a algunas reuniones.

En los primeros números estuvo a cargo de la sección Best Sellers.

R. R: Sí, en esa época recién se empezaba con la moda de los Best Sellers, era la época en que “Cien años de soledad” era Best Sellers. Alrededor de los años sesenta mi padre empezó a editar libros de medicina, entonces teníamos una relación bastante fluida con las imprentas. Por eso después de los primeros números, la revista empezó a salir en imprenta, la hacíamos en Molachino. El número1 y 2 se hicieron en mimeógrafo.

¿Cómo circulaba la revista?

Se vendía fundamentalmente en las librerías de Rosario, la repartíamos en los kioscos céntricos y en la estación de ómnibus. A Buenos Aires llegó recién en los últimos números. En la primera tirada salieron alrededor de trescientos ejemplares, y puede haber llegado a los mil ejemplares en los últimos números.

¿Cuáles eras sus lecturas en esa época?

R. R: Bueno, esa fue la época del boom latinoamericano. Leíamos a Vargas Llosas, Cortázar, Sábato, García Márquez, Borges. En alguna ocasión leímos un cuento de Borges en una reunión para tratar de desentrañarlo entre todos. Con Juan Carlos Martini fuimos una vez a Buenos Aires a la casa de Borges, y a través de la ama de llaves que nos atendió le hicimos saber que hacíamos una revista literaria en Rosario, y que queríamos hacerle una entrevista. Él nos recibió, no recuerdo si finalmente salió publicada esa entrevista.

¿Cómo recuerda la época de la revista?

R. R: Creo que fue importante la revista, junto con otras como El lagrimal trifurca y  La ventana, que hacía Orlando Calgaro. La juventud con inquietudes literarias era la que consumía las revistas, la que se acercaba a las reuniones.

Más adelante abre la librería Signos con Juan Carlos Martini y Mario Gesé, ¿cómo fue esa experiencia?

R. R: Abrimos en un local de la galería La Favorita. Ahí estuvimos un poco más de un año, después pegamos un salto muy grande, y pasamos a Córdoba y Corrientes. El fuerte de la librería eran las Ciencias Sociales y la literatura, era un nido de intelectuales, venía mucha gente de la facultad de Letras. Todas las tardes se acercaba gente, eran habitués Gary Vila Ortiz, Ovide Menin. Después, ya en los setenta, con Juan Carlos Martini y su suegro fundamos la editorial Encuadre. Ahí teníamos material político, ensayos, se publicó el primer libro de cuentos de Fontanarrosa, también “Prostitución y rufianismo”. Con el gobierno militar tuvimos que hacer desaparecer todo, teníamos material muy peligroso para la época: “Escritos económicos” del Che Guevara, “Discursos políticos” de Fidel Castro.

lunes, 17 de diciembre de 2012

Audio Presentación de la antología


Carlos Schork, Juan Martini, Gilda Di Crosta y Osvaldo Aguirre presentan Setecientosmonos. Antología,el jueves 18 de octubre en el Túnel 4 del Centro Cultural Parque de España.

Registro sonoro y fotografía: Adolfo Corts.



http://www.letracosmos.com.ar/sin-categoria/presentacion-de-setecientosmonos-antologia-audio/


                                                                                                     Publicación original en sitio web Letracosmos

martes, 11 de diciembre de 2012

Reseña


 Publicada en diario La nación, suplemento ADN Cultura, 16/11/2012

ENTRE FICCIÓN Y CRÍTICA



 
Foto: LA NACION 

Menos visible acaso que otras revistas de su época, la rosarina Setecientosmonos tuvo sin embargo una influencia considerable que, como suele pasar con las publicaciones periódicas, sólo empieza a advertirse pasado el tiempo. El primer número, con dirección de Juan Martini y Carlos Schork, apareció en mayo de 1964; el último, número 10, en octubre de 1967. En esos años, la revista fue transformándose, sobre todo a partir de la incorporación, bastante temprana de Nicolás Rosa. La flexión crítica, que se agregaba a la ficcional, se tornó entonces decisiva en las discusiones sobre Sartre, Merleau-Ponty y Barthes. La antología preparada por Osvaldo Aguirre y Gilda Di Crosta recupera estas historias, y lo hace por dos vías: en primer lugar, los textos de ellos mismos que hacen de bisagra entre las secciones. Luego, naturalmente, los escritos originales; entre ellos, la traducción que Saer hizo de un breve relato de Alain Robbe-Grillet, artículos críticos de Rosa (sobre David Viñas, sobre "Cabecita negra" de Rozenmacher, indicio de época), de María Teresa Gramuglio (también Viñas, Juan Rulfo y el espacio en la novela objetivista francesa), de Josefina Ludmer y de Juan José Sebreli, que cuenta un encuentro con Simone de Beauvoir en París. G. G.
Setecientos monos 
Osvaldo Aguirre, gilda Di crosta (edición) 

Santiago Arcos
368 páginas.